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La evolución del fraude alimentario en las últimas décadas y cómo nos hemos adaptado

¿Has pensando alguna vez si has podido ser víctima de algún tipo de fraude alimentario? Pues la respuesta es: ¡quizás! La realidad es que seas profesional o consumidor, seguramente hayas vivido una situación relacionada con el food fraud aunque no hayas sido consciente de ello.

En este artículo te contamos cómo el fraude alimentario ha evolucionado con el paso del tiempo: aprendemos de ello para prepararnos y prevenirlo en nuestras instalaciones.

Nuevos tipos de fraude alimentario

En la última década, el fraude alimentario ha emprendido un camino de transformación, sorprendiendo a muchos con sus nuevas facetas. En el pasado, el fraude alimentario solía ser más directo, con casos notorios de productos adulterados: añadir otras sustancias no declaradas para abaratar costes.

  • Utilicemos el aceite de oliva virgen extra como ejemplo: imagínate comprar una botella de 1L y descubrir que parte de ella contiene otros aceites de oleaginosas (como el girasol) mezclados para abaratar los costes.

Ahora surgen otras oportunidades de cometer fraude alimentario, por ejemplo, a través de la manipulación en el etiquetado. Es decir, etiquetas de manera incorrecta el producto para obtener un beneficio. Recurriendo de nuevo al aceite de oliva virgen extra, hablaríamos de un aceite de oliva de inferior calidad que se etiqueta como “virgen extra” para venderlo a un precio superior. Manipular etiquetas para dar la impresión de que un producto diferente de lo que realmente es.

La evolución del fraude alimentario

Viajando en el tiempo, la evolución del fraude alimentario ha sido tan dinámica como la propia evolución de industria alimentaria misma. En el pasado, los métodos eran más rudimentarios, como agregar piedras en los sacos de grano para que estos pesaran más.

Con la tecnología y la globalización, los fraudes se han vuelto más sofisticados. Por ejemplo, el uso de colorantes para hacer que ciertos alimentos parezcan más frescos o el uso encubierto de conservantes que no son declarado.

Pero no podemos olvidar que esta misma tecnología también nos brinda herramientas para detectar y prevenir estos fraudes. ¡Un arma de doble filo!

Escándalos que marcaron un antes y un después

Sin embargo, los escándalos siempre dejan huella. Y podemos aprender de ellos para ser mejores profesionales y establecer protocolos que eviten que un episodio así vuelva a ocurrir. Al final, los escándalos relacionados con el fraude alimentario afectan gravemente a la reputación de la industria alimentaria y la confianza que los consumidores depositan en nuestro trabajo.

Echando la vista atrás, el caso más conocido en España ha sido el del aceite de colza. Este fraude alimentario ha marcado nuestra historia, provocando una gravísima crisis sanitaria y golpeando tan duramente al sector del aceite de colza que, 40 años después, su reputación sigue destrozada. Todo debido a un supuesto aceite de oliva que en realidad era «un 60% de aceite de colza desnaturalizado y 40% de aceite de orujo de oliva o grasas animales». Un despreciable acto de food fraud que se ha catalogado como el primer acto de envenenamiento masivo de nuestra historia.

¿Canelones con carne de caballo en lugar de vacuno? En 2013 se destapó un durísimo escándalo relacionado con fraude alimentario que terminó con la detención de Johannes Fasen en Alicante. El caso saltó meses antes, cuando Reino Unido descubrió que una cadena de producción había estado sustituyendo la carne de ternera por carne de caballo en la elaboración de canelones precocinados que se distribuían por 12 países de la Unión Europea.

¿Y la venta de un ‘falso atún rojo’? En 2017, España destapaba el fraude alimentario de un producto que tiene un alto prestigio entre los consumidores. El escándalo consistía en la venta lomos de atún descongelado que se comercializaba como fresco y al que, además, se le había inyectado extractos de remolacha para acentuar su coloración y que aparentará ser un verdadero atún rojo fresco.

Las normas GFSI endurecen el control del food fraud

Estos escándalos han impulsado la creación y modificación de normativas. Las normas GFSI (como IFS o BRCGS, por ejemplo) se han fortalecido para establecer criterios más rigurosos en torno al fraude alimentario. El objetivo es aportar evaluaciones y regulaciones a la industria alimentaria para que la acción frente al food fraud sea más rotunda.

Global Food Safety Initiative (GFSI) ha intensificado sus esfuerzos para enfrentar el fraude de manera más directa. Estas normativas implementadas enfatizan la trazabilidad de ingredientes, la autenticidad del producto y la seguridad en toda la cadena de suministro. A medida que los agentes fraudulentos mejoran sus tácticas, la industria responde con defensas aún más sólidas.

Aquí tenemos que volver a destacar el papel vital de los responsables de calidad de empresas alimentarias. Son los encargadas de concienciar a todo su equipo, realizando un seguimiento a través de analiza, inspeccionan y garantizan la calidad.

La prevención del fraude alimentario es una tarea compleja. Se requiere formación continua, inversión en tecnología y, sobre todo, un compromiso genuino con la seguridad alimentaria. Desde Veraliment podemos apoyarte en este primer paso: la formación actualizada frente al food fraud para garantizar la seguridad alimentaria en tu empresa.

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